Como caracoles…
…y le dije:
Acompáñame.
Caminamos
descalzos por la arena. El mar era un
infinito espacio ante nosotros, un
abanico de estrellas envolvía nuestro cielo y un abismo los silencios.
Abrigo mis hombros
con su saco.
Y lo vi… calmo,
sereno…seguro de lo que iba a decir…
La arena se
filtraba fría entre los dedos de los pies mientras algún resto de caracoles
rotos se clavaban en nuestra piel.
Y en silencio, con
la compañía del sonido calmo de las olas que se acunaban en la playa caprichosa
caminamos sin mirarnos.
Cada una de las
pisadas era como los caracoles… ellos, dejaron su caparazón devastado y solo en
la arena… en nosotros, aquí quedaba el amor que una vez tuvo vida, ilusiones,
proyectos…
No hubo palabras …
no fueron necesarias …
Una fresca brisa
sacudió el abrigo. Sabía que nada volvería a ser lo que fue.
Me acompaño a la
escalinata de mi casa y, sin mirarme, marcho sobre sus pasos siguiendo sobre si
las pisadas que ya se iba llevando el agua…