Cae
la tarde. El cielo es una pincelada de colores pasteles difusos en lo inmenso
de su grandeza. Parece el dibujo de un momento cualquiera de un gris otoño que
alguien ha plasmado en un lienzo un día de esos melancólicos, donde la tranquilidad
monótona y rutinaria de los pueblos se adueña de la vida de cada uno de los
habitantes.
Soy
yo, Sara, la mujer misteriosa, la que nadie sabe nada de mi vida, la que
trabaja y deja pasar la vida.... camino, me dejo llevar....
Mis
pasos oyen el crujir lento y uno tras otro van avanzando llevados sin rumbo uno
por el otro o tal vez el instinto... caminando con un ramo de jazmines entre
mis manos y el aire casi helado soplándome la nuca. Camino y miro a mi alrededor
sabiendo que me observan sin importarme y sin que sepan que escondo entre mis
manos, el recuerdo de un gran dolor. Nadie puede entrar en mi corazón y
descubrir por dentro el secreto. Nadie sabe a donde me dirigen mis pasos cada
vez que cruzo esa placita entre el aroma a pasto verde cortado y cruce de
palomas. Nadie sabe a donde voy cada vez que llevo ese ramito de jazmines con
tanto amor entre mis manos... Nadie puede, porque nadie pregunta, saber que
escondo tan dentro de mi alma porque si alguien lo hiciera simplemente
desnudaría ese alma dormida, la dejaría libre y podría decir que entre mis
manos llevo el recuerdo y el perfume de un hermoso amor y que mis pasos me
guían sin ninguna duda hacia el pasado que quedó entre las frías paredes de un
descanso eterno y que mi corazón nunca dejó partir o nunca se resignó a su
pérdida.
Por
eso, con ese ramito de jazmines voy a su encuentro casi diario para traerme el
aroma de la última vez que perfumó mi vida.
Un
ramito de jazmines, entre mis manos, para alguien que ya no huele su fragancia.
Un
ramito de jazmines para su recuerdo...
Lucy Derechos Reservados©
No hay comentarios.:
Publicar un comentario